Bernard Darniche y Alain Mahé a bordo de un Lancia Stratos HF participaron en el Rally Tour de Corse en 1975.
La pequeña isla de Córcega organiza anualmente el conocido Rally Tour de Corse en sus carreteras de montaña y se ha convertido en la principal prueba de rallyes de la vecina Francia a causa de que las pruebas por carretera del país galo, dentro del continente, han quedado reducidas a carreras en las que los tramos se repiten incluso hasta 10 veces, haciendo perder gran parte del interés por parte de los aficionados. Algo sorprendente teniendo en cuenta la larga tradición automovilística del país del champagne, el cual nos ha brindado coches, pilotos y carreras de gran emoción.
Las autoridades, tanto locales como estatales de la Francia continental, abogaron en contra de los eventos de verano, mostrándose reacias a la celebración de carreras en la vía pública que exigían su cierre para la disputa, aduciendo que perjudicaban los desplazamientos turísticos. Esa es la razón por la que Córcega se ha convertido en el centro neurálgico de las carreras de rallyes franceses. La negativa de las autoridades corsas a la cancelación de los rallyes ha sido clave. Hay que tener en cuenta que la idiosincrasia de la isla es mucho más próxima a sus raíces italianas que a las francesas. Tanto su idioma, dialecto como el nombre de sus lugares y habitantes son de origen italiano. Córcega respira todavía un aire colonial y gran parte de sus habitantes ofrecen bastante resistencia a un gobierno asentado en París. No obstante, los políticos de la Francia continental nunca han podido impedir la celebración del Tour de Corse y tampoco que los políticos corsos defiendan el evento a capa y espada frente a las fuertes presiones.
Durante años, el Tour de Corse, al ser un evento que no estaba integrado dentro del paraguas del campeonato del mundo de Rallyes, permitía la participación cualquier tipo de vehículo, por lo que era muy frecuente ver prototipos muy diferentes. Las carreteras no estaban vigiladas por ningún cuerpo de seguridad y los participantes ponían a prueba toda la potencia de sus motores y la adherencia de sus neumáticos, por ello, la prueba presumía de un disfrutar un atractivo muy especial. Como consecuencia de tal popularidad los organizadores solicitaron la homologación para celebrar la prueba dentro de los parámetros marcados en del campeonato del mundo, hecho que limitó la inscripción a todos aquellos vehículos que quedaban fuera de sus reglamentos. Al principio, la prueba perdió parte de su atractivo, pero el buen hacer de los corsos permitió que se convirtiera en uno de los rallyes más respetados e importantes del mundial.
Y así llegó 1975, Córcega se preparó para albergar una nueva prueba del mundial de rallyes, la penúltima antes del RAC británico, siendo consciente además, de que sería juez y verdugo del final del campeonato de marcas para la italiana Lancia, quien necesitaba un cuarto puesto para colocar a su Stratos como campeón del mundo. Y un Lancia ganó el Tour, pero no era un coche de fábrica y tampoco sus conductores eran italianos. De hecho, fue el automóvil propiedad de los importadores franceses de Lancia, el Team Chardonnet, que Bernard Darniche y Alain Mahé utilizaron para ganar el Tour de Francia unos meses antes durante ese mismo año.
Darniche, genio y figura, se encontraba a tan solo un mes de la celebración de la prueba buscando presupuesto para poder conseguir un coche que le permitiera participar en el rally, lo que, a posteriori fue muy beneficioso para Lancia, ya que ninguno de sus coches oficiales finalizó la prueba. Antes de dar la salida, el equipo italiano se las prometía muy felices, sus Lancia Stratos eran los coches más poderosos del parque y sus pilotos eran ávidos expertos en la conducción en montaña. Confiada, Lancia solo puso en liza dos de los coches oficiales con esponsorización Alitalia al volante de Sandro Munari junto a Mauro Manucci y a Raffaele Pinto acompañado de Arnaldo Bernarcchini. El de los primeros con un motor V6 de 24 válvulas y el de los segundos con un motor normal de 12 válvulas. Ambos dotados con los nuevos frenos Lockheed, de mayor calado y capaces de soportar el esfuerzo que se requiere en este tipo de condiciones de carretera sin perjudicar el rendimiento.
El gran rival de Lancia, Alpine – Renault, llegó al rally con tres coches oficiales y otro prestado a Gerrard Larrousse y Christian Delferier con librea no oficial. Dos de ellos fueron los nuevos A310 con motor 1800 pilotados por Francis Vincent y Jacques Jaubert y por Jean-Luc Thérier y Michel Vial, el cual portaba un motor de 16 válvulas por primera vez visto en un mundial. El tercer coche de la marca francesa era un Alpine A110 1800 al volante de Jean-Pierre Nicolas y Vincent Laverne en el asiento del copiloto.
Del resto de participantes destacaban los Opel Ascona del equipo oficial con sede en Marsella y respaldo de la petrolera BP y un Alfa Romeo Alfetta GT de Autodelta para el francés Jean-Claude Andruet junto a Yves Jouanny, ganadores de la edición del año anterior a bordo de un Lancia Stratos. El fabricante más popular de los participantes inscritos fue Alpine con sus A110, tanto por precio como por peso, ya que era un coche caracterizado por disponer de un peso muy contenido y un número muy elevado de repuestos baratos y fáciles de encontrar.
El 8 de Noviembre de 1975, a las 13:00 horas, se dio la salida en Ajaccio a una edición del Rally Tour de Corse caracterizada por una meteorología diurna con sol y grandes claros y como contrapunto unas noches frías y extremadamente lluviosas que dificultaron mucho la conducción, obligando al cambio de neumáticos de liso a mojado bajo la lluvia torrencial. Los jueces fueron los ocho tramos especiales cronometrados y dos tramos largos (150 km) con tiempos objetivo.
Munari y su Lancia Stratos HF cogió rápidamente la delantera, pero en uno de los tramos con tiempo objetivo y faltando poco para completarlo, el italiano negoció una curva a derechas que resultó ser más cerrada de lo que pensaba en un principio y se encontró fuera de la carretera cayendo unos metros por un pequeño terraplén. Los daños producidos por el accidente fueron suficientes para impedir que su Lancia Stratos volviera a la carrera.
Pinto, por su parte, pinchaba sus dos ruedas traseras, lo que se tradujo en graves problemas en las suspensiones, posteriormente el embrague de su Lancia Stratos dejó de funcionar, lo que le supuso exceder el tiempo máximo permitido al final del tramo y la eliminación en la prueba.
Tan solo Darniche mantenía el tipo con su Lancia Stratos privado por delante de los Alpine, en especial el de Nicolas que le seguía muy de cerca. Todo el equipo Lancia se movilizó a ayudar al francés para mantenerse en las primeras posiciones. El A310 de Jean-Luc Therier había sufrido un accidente y el de Vincent iba sexto con bastante retraso respecto a la cabeza. Sorprendente estaba siendo la actuación de Andruet con su Alfetta GT que le mantenía en la tercera posición.
Cuando regresaron a Ajaccio al final del rally el Lancia Stratos HF de Darniche daba la victoria del campeonato del mundo de marcas a Lancia, Nicolas terminó segundo a 32 segundos del líder y Andruet ocupó el tercer lugar, otorgando un pódium muy celebrado por los chicos de Alfa Romeo.
Lancia Stratos HF Tour de Corse 1975 Darniche – Mahé Team Slot
Uno de los modelos más míticos del fabricante Team Slot es sin duda el Lancia Stratos HF, que ha sufrido una evolución muy positiva desde las primeras versiones que fueron comercializadas. Y es que lejos de redecorar una y otra vez lo mismo, el fabricante ha ido evolucionando los detalles que muestra el coche como los tapones de los depósitos, limpias, antenas, etc… e incluso el chasis. De las primeras versiones al chasis actual con cuna hay un abismo.
Y es que esto es un poco lo que les pedimos a los fabricantes de cochecitos, que todo lo que sea susceptible de mejora se realice. Desde la primera versión del Stratos de Team Slot al protagonista de la entrada hay un gran avance en todos los sentidos aún partiendo de la misma base.
Si se le puede achacar algún pero significativo a esta decoración es la tampografía. Una vez más el blanco de los dorsales y logotipos transparenta y se percibe una cierta tonalidad rosa, sin embargo, el resto de los elementos decorativos de la carrocería se presentan muy correctamente, no se aprecian dientes de sierra o logos excesivamente mal definidos.
Por otro lado a pesar de la mejora de las tapas de los depósitos, en comparación con los tiradores de las puertas parecen un poco fuera de escala, sin embargo no penalizan el acabado general del coche que se muestra bien realizado.
El frontal es muy correcto, como en todas las versiones del molde y todos los elementos lumínicos se muestran bien terminados, faros, intermitentes… todos rayan a gran altura.
Así la zaga, aunque es bastante correcta, decir que pintar el motor simulado y escapes en su original cromado hubiera dado un empujón a la calidad del coche e igualmente, colocarle los faldones de las ruedas habría sido todo un acierto. Aún así, el coche se ve muy bien. Adoro los embellecedores de los faros traseros en negro.
Otro de los grandes avances de la marca es decorar el interior, el salpicadero detallado es una gozada, y los pilotos ahora cuentan con una realización más fina y no tan basta como en los primeros modelos.
Última vuelta
Otro Lancia Stratos más en mi colección. He de decir que tengo una gran debilidad por este modelo. Y Team Slot me hace feliz cada vez que lanza al mercado una nueva versión. En mi opinión, de todos los Stratos que han realizado los diferentes fabricantes este es sin duda el mejor, quizás compitiendo con el modelo de Superslot, pero algo tiene el del fabricante español que le da más encanto
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