Chevrolet Corvette 1954 Panamericana Ninco

por | Abr 9, 2009 | DTM y más, Ninco

La carrera panamericana siempre comenzaba el 19 de Noviembre en Chiapas y terminaba cuatro días después en Juarez. 1954, última vez que se disputó no fue una excepción, y aunque en esta edición los coches oficiales no acudieron como se esperaba, no fue óbice para que los aficionados a la carrera no disfrutaran de la quizás más salvaje carrera de coches del mundo.

Una carrera por etapas en las que se recorrían más de 2000 millas y que exigía de los coches y de sus pilotos lo máximo, ya que combinaba pasos montañosos a los que solamente se podía acceder en primera velocidad junto con largos desiertos donde las velocidades que se alcanzaban podían superar los 250 kilómetros por hora y tortuosas carreteras llenas de baches y peraltes traicioneros.

La edición de 1954 se recordará por varias cosas, una de ellas es porque sería la última a tenor de los accidentes mortales que en sus 5 años de historia había dejado junto con los de otras carreras del estilo en la época, pero la circunstancia que cambió el rumbo del automovilismo deportivo de entonces fue sin duda el accidente de 1955 en Le Mans.

Otra razón por la que se recordará la Panam del 54 sería, aparte de por la victoria disputadísima de Maglioli con su Ferrari 375 Plus frente al otro Ferrari 375MM de Phil Hill y Richie Ginther, por la participación de un coche español, el Pegaso Z102 de Juan Palacio, que aún siendo inscrito con pasaporte de la República Dominicana se comentaba que con un buen equipo detrás habría podido batir a los Ferrari sin demasiados problemas, pero durante la disputa de la cuarta etapa, con Palacio en tercera posición, un tremendo accidente en Río Hondito, poco antes de llegar al final en Toluca, acabó con las aspiraciones del coche español. Y es que en verdad aquel Pegaso era superior a los Ferrari en muchos aspectos.

Y otra razón más por la que sería recordada esta edición de 1954 es por el debut del Chevrolet Corvette pilotado por Bill Von Esser y Ernest Pultz que no terminó la carrera por problemas mecánicos en el primer tramo entre Tuxtla y Oaxaca donde solo pudo recorrer 329 kilómetros. Y aunque no fue el debut esperado por todos, si tiene un rinconcito en la historia de Corvette.


Chevrolet Corvette Soft Top Panamericana 1954 Ninco

Adquirir un coche clásico de Ninco siempre es un gran placer, ya que la terminación que tiene y el modelo histórico que representa suelen ser un handicap infranqueable para no caer en la tentación.

Lo que viene ocurriendo en los últimos tiempos con estos clásicos de Ninco es que sorprendentemente la marca catalana está dejando de hacer bien su trabajo. Y no es porque sus coches clásicos no estén bien acabados, que el nivel de detalle que ofrecen no sea excepcional, si no por que parece creer que los aficionados no somos lo suficientemente exigentes para pedir algo tan básico y simple como que el coche que es reproducido sea, al menos, el coche que se pretende reproducir, así de simple.

Y es que no creo que Ninco sea tan inocente como para pensar que los aficionados al automovilismo no saben distinguir un Corvette del 53 y otro del 56. O es que tal vez Ninco en su admirable afán por dar productos tan avanzados nos ofrece un coche tres años más avanzado que el que realmente participó en la Panamericana de 1954 pilotado por los americanos Bill Von Esser y Erenest Pultz. Desde esta humilde Última Vuelta me gustaría poder solicitar a los señores que diseñan los proyectos de estos coches sean más rigurosos con los productos que están ofreciendo a sus clientes, entre los cuales soy miembro activo. Comprobarán rápidamente que el grado de satisfacción del cliente supera las estimaciones con este simple acto.

Hablando del coche propiamente dicho, hay que decir que la reproducción, aunque sea de coche equivocado es fantástica. Si el cliente desconoce el modelo seguramente se decante hacia su compra frente a otros, tanto por la espectacularidad de la decoración como por el nivel de detalle de la misma. Es sorprendente cómo realizar una buena tampografía no es tan complicado como para otras marcas parece serlo.

Se puede buscar el ángulo perfecto para ver el coche en todo su esplendor, pero va a resultar muy difícil, mires por donde mires el coche es bonito. Los volúmenes de las líneas, los detalles del maletero y el capó, la tapa que esconde el tapón del depósito, las pequeñas tomas de aire sobre las alas delanteras, etc.. En mi opinión, los coches blancos de Ninco tienen una luminosidad que ninguna otra marca ha llegado a conseguir, si acaso podría compararse con el blanco del McLaren F1 de Slot.it, pero aún así sigo pensando que en este aspecto los catalanes están por encima.

Algo así sucede con los cromados, aunque en este aspecto me quedo con Revell, Autoart y algún Fly. Sin embargo hay que decir que tanto los tiradores de las puertas los embellecedores de los faros, retrovisor, limpias, parachoques y fundamentalmente la parrilla delantera están a la altura de lo que se puede esperar. Las llantas, en rojo, son bastante correctas, salvo el detalle de que la tuerca en el modelo real también era del color rojo.

Pero si algo bueno tiene este coche es sin lugar a dudas el interior. El nivel de detalle es sencillamente espectacular. Los relojes están perfectamente decorados, el volante es una gozada, la palanca de cambios, el espejo retrovisor, quizás tanto el piloto como el copiloto podrían haber tenido un poco más de detalle. Sin embargo lo que más llama la atención de este interior es que el libro de notas que sujeta Ernie Pultz es en realidad un mapa de México en el que se distinguen ciudades como San Luis Potosí o Altamira. En esto hay que darle un 10 a Ninco.

La cabina queda cerrada con una capota típica de los coches de Ninco. Me gustaría animar a la marca española a que realizara estas capotas de manera que se pudieran quitar y poner para así poder disfrutar mejor del interior del coche.

La última vuelta

No cabe duda de que la serie de clásicos de Ninco tiene un encanto especial. Habitualmente este tipo de coches solo podemos verlos, no sin una gran dosis de envidia, cuando los orfebres del slot los reproducen con esmero. El resto de los mortales tan solo podemos responder a su contemplación cual campana de Paulov fuera.

Sin embargo y aunque podamos tener la posibilidad de adquirir aquellos a los que las marcas fabrican, no cabe duda que hay que exigirles algo más de rigor en sus reproducciones. No sirve poner la decoración de un coche en otro y más cuando ese coche supone un pedacito de la historia del automovilismo. Imaginemos un Porsche 997 con la decoración de un Porsche 550 de la Panam, los dos son Porsches, pero uno no tiene nada que ver con otro.

Y es sin duda una verdadera pena, ya que este Corvette es, en mi opinión de lo mejor que le he visto a Ninco. Lo que le hace entrar en la última vuelta en una mu discreta posición y acabar la carrera entre los primeros.

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