Sábado, 10 y Domingo, 11 de junio de 1972.
Hemos llegado a La Sarthe, por fin vamos a poder disfrutar de la carrera mi amigo Jean Michel y yo. El olor a aceite y gasolina inunda mis sentidos y aunque me gustaría no puedo acercarme más a los boxes.
Jean Michel no hace más que decirme que este es su año, que después de 22 años van a ganar las 24 horas de Le Mans. La verdad es que no le oigo bien, con el ruido de los motores no soy capaz de entenderle muchas de las cosas que me está diciendo, pero el «Mon Dieu» se le lee en los labios perfectamente.
Ya han dado la salida. Menos mal que me he pertrechado con unas orejeras que amortiguan el ruido ensordecedor. Aquí los franchutes se ponen como locos cuando empieza la carrera, y la verdad es, que el buen ambiente se contagia. Jean Michel está preocupado. El abandono del favorito: el Matra de Beltoise, acompañado de la buena actuación que mantienen los Lola durante las primeras horas, hace que no las tenga todas consigo. No hago más que incordiarle, tratando de minarle la moral con que los coches azules no van a ganar. Como el gabacho entra siempre al trapo, no hace más que imprecarme en francés, pero no puede borrar de mi cara la amplia sonrisa que le estoy propinando.
Las horas pasan y los Lola se van rompiendo. Uno por uno van desapareciendo de la pista. Por mis ganas de incordiar deseo que ahora los Alfa Romeo (niñas de mis ojos) den un poco de guerra a los engendros franceses, pero me parece que los “Allons enfants de la Patrie” lo tienen, esta vez, bastante fácil. Jean Michel ya se ve triunfador y no deja de entonar “La Marsellesa”. No se si me exaspera más la cancioncita en sí o las pocas dotes que Dios le ha dado para el cante. ¿Cómo decirle a un francés que no vista la piel del oso antes de cazarlo? Decido cambiar la metáfora y le digo aquello de que el invierno es muy largo, que le pregunten a Napoleón por las Rusias de los Zares. Pero ahora es él quien me mira, sonríe y no detiene su canto. Buen tipo este franchute Tiene sentido del humor.
Ya es de noche y la cosa no varía, los Matra siguen delante y mis Alfa Romeo pilotados: uno por De Adamich y Vaccarella, y el otro por Rolf Stommelen y Giovanni ‘Nanni’ Galli les siguen de cerca, una vuelta les separan. A mi amigo franchute le aprieta el hambre y me pide que le endilgue el jamón que le he regalado por invitarme al evento. Lo gracioso del petit cabroncete de Jean Michel es que para él, lo francés, francés es fenómeno, pero a la hora de apretarse un bocadillo no hay nada como el jamón de jabugo. Así que, cuchillo en mano, agarra la pata que le he traído y ras, ras, loncha que va, loncha que viene. Pero lo peor de esto es que todos los franchutes que tenemos alrededor están abriendo las aletas de sus napias por el olorcillo que circula en el ambiente y ya nos han salido tres o cuatro clientes. Claro, que entre el queso de algunos, el foie de otros y el vino que tenemos, que aunque francés está que te mueres, nos estamos poniendo las botas.
El caso es, que después del tentempié tenemos intención de aguantar toda la noche, pero esto no es Marbella, aquí de noche; aunque en pleno mes de Junio, hace rasquilla. Así que, como lo vea muy mal me iré a la tienda de campaña que tenemos clavada en el camping cercano a echarme un sueñecito. A los franchutes no hay quien los mueva, estos están que no se lo creen…y es que tiene toda la pinta de que van a ganar. Cada vez que Pescarolo o Hill pasan por delante de nosotros es como si rugiera la marabunta, ¡y es que no se cansan!
Me despierto a las 6 de la mañana. Al final me he quedado dormido en esta pétrea grada. ¡Juer!, me duelen todos los huesos. Menos mal, que Jean Michel me tiene preparados unos croissants con café. Hay que reconocerles a estos franchutes que en cuestión de bollos no hay quien les de sombra. Le pregunto cómo va la historia y me sonríe. No hace falta que siga hablando. Los Matra siguen delante. Le digo que es porque han cambiado el circuito, que si no estarían como los cinco años anteriores, retirados y en casita. Me mira fijamente y después de unos breves momentos se echa a reír y me contesta que Fierlant y Jorge de Bragation han sido eliminados durante la noche. Le miro y nos echamos a reír.
Al rato, vemos que hay banderas amarillas en la pista y nos percatamos de que ha ocurrido un accidente, al poco rato, nos enteramos por megafonía que el Lola del sueco Bonnier y el Ferrari del suizo Vetsch han sufrido un grave accidente. Más tarde se nos dice que Bonnier ha muerto cuando le evacuaban hacia el hospital. Se hace un silencio en la grada y algunos se santiguan. Descanse en paz. Días más tarde nos enteramos que en una maniobra de adelantamiento de Bonnier a Vestch el Lola del sueco salió catapultado hacia los árboles estallando y dejando el cuerpo destrozado del bravo piloto.
Ya queda casi una hora para el final, otro Matra, el de Jabouille y Hobbs se ha roto; aunque los dos que quedan siguen manteniendo su 6 o 7 vueltas de ventaja. Ya parece todo decidido, los franceses se lo están pasando en grande y si no hay una debacle se van a hacer con la victoria. Pescarolo y Hill le llevan casi 11 vueltas de ventaja al otro Matra del francés Francois Cervert y del neocelandés Howden Hangley. Estos más de 7 vueltas al Porsche 908 de Jöst, Weber y Casoni, y detrás de estos el Alfa Romeo de Vaccarella y De Adamich. Luego todos los Ferrari. Para colmo los españoles Juan Fernández, Francesco Torredemer y Eugenio Baturone han sufrido un accidente y han quedado fuera de carrera, lo que supone más carcajadas a mí alrededor…
Ya ha salido la bandera a cuadros y la grada es un clamor. Francia ha ganado las 24 horas de Le Mans. Todo el mundo me abraza. Yo en un correctísimo español les doy la enhorabuena y les deseo una larga estancia con los tiburones. Como no me entienden me miran y me abrazan igualmente. Buena gente estos franchutes… Mis amados Alfa Romeo solo han podido hacer cuartos, pero bueno, otro año será…A ver si vivo lo suficiente para ver a un español ganar aquí en Le Mans. Por supuesto, con la marca de Milán.
La última vuelta
Cansados, pero muy contentos nos alejamos de Le Sarthe esperando volver el año que viene. Nos lo hemos pasado en grande. Mi amigo Jean Michel está feliz y con eso, para mí, es suficiente.
Por cierto, si no digo nada del coche de Le Mans Miniatures es porque no quiero engordar el ego del fabricante. Ya bastante orgulloso tiene que estar de la reproducción.
Después de tantos años, he vuelto a leer tu relato. Recordaba algunos pasajes y que era muy ameno, con un sutil tono de humor. Me ha encantado.
Gracias Alex!