El gran dominador de la segunda mitad de los años 60 de las 24 horas de Le Mans fue el increíble Ford GT40 consiguiendo situarse en lo más alto del podio durante 4 años seguidos. Victorias que Ford nunca antes había conseguido y nunca más volvería a conseguir.
El proyecto del Ford GT40 inicial fue obra de la colaboración de Ford con Carrol Shelby, y ya en su segunda versión, este pequeño bólido americano conseguía el primer puesto en Le Mans en 1966, 1967, 1968 y 1969 convirtiéndose así en el primer vehículo del nuevo continente en conseguir la victoria en la mítica carrera francesa.
Con un motor V8 de 4,992 centímetros cúbicos y 16 válvulas en posición central propulsaba una potencia de más de 400 caballos con cambio manual de cinco velocidades y tracción trasera. Alcanzaba una punta de 340 km/hora y aceleraba de 0 a 100 km/h en 8 segundos. Disponía de suspensiones independientes en sus dos ejes y frenos de disco en las cuatro ruedas.
La superioridad e los GT40 era tan grande que en 1967 los organizadores de la carrera modificaron el trazado del circuito con el fin de conseguir restar las prestaciones del Ford para que circulara más despacio.
Le Mans, 1969. Un año más en que el coche a batir no era otro que el americano Ford GT40, un coche diseñado para ganar las 24 horas de Le Mans, pero que nadie esperaba que repitiera los mismos resultados 4 años seguidos.
Pero Porsche había presentado sus nuevos 917 cuyas prestaciones eran insuperables por el resto de vehículos. Pero 1969 no fue el año de Porsche en Le Mans, muy felices se las prometía cuando en la salida 2 de los 3 917 ocupaban las dos primeras posiciones de la parrilla, relegando a uno de los Ford GT40 a la tercera posición.
Comenzó la carrera y no pudo hacerlo peor, el único 917 privado a los mandos de un inexperto John Woolfe se salió en la tramposa curva de Maison Blanche chocando contra un talud de tierra y explotando llevándose la vida del desafortunado piloto.
El entonces líder de la carrera, Rolf Stommelen pudo mantenerse en cabeza unas horas, pero el embrague de su Porsche 917 no aguantó más obligando al bravo piloto alemán a la retirada. El otro 917 que quedaba, el conducido por Vic Elford, aguantó 20 horas pero sufrió el mismo problema en el embrague que el de Stommelen y también fue motivo de abandono.
Otro Porsche, esta vez un 908, pilotado por el alemán Hans Herrmann y el francés Gerard Larrousse comenzaron una dura pugna por el liderato con el Ford GT40 del mítico Jackie Ickx y el británico Jackie Oliver que terminó con la victoria de estos últimos con solo 2 segundos de ventaja sobre la pareja de Porsche. Un año más Ford conseguía su última victoria en Le Mans.
En tercera posición, otro GT40, el motivo de este artículo, el número 7 pilotado por los británicos David Hobbs y Mike Hailwood, convirtiendo, lo que a priori iba a ser la gran fiesta de Porsche, en un año más de victorias para el equipo americano del incombustible John Wyer
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