1984 abría sus puertas a la sexta edición del Rally París Dakar y la plaza del trocadero en París reunía nuevamente a la caravana del Dakar para dar la salida a los 427 participantes entre motos, coches y camiones superando así la cifra de 400 inscritos por primera vez, aunque de todos ellos solamente 148 alcanzarían a ver el Lago Rosa. Lástima que el pequeño Fiat Panda 4×4 pilotado por los franceses Hervé De Labriffe y Claude Devoyon al que nos referimos en esta entrada no estaba entre ellos.
12.000 kilómetros repartidos entre Francia, Argelia, Niger, Alto Volta (actual Burkina Faso), Costa de Marfil y las nuevas, Guinea, y Sierra Leona para terminar una vez más en Senegal. En total, desde el 1 al 20 de enero de 1984 se recorrieron 9.980 km, de los cuales 5.754 correspondieron a tramos especiales.
Aunque sigue siendo una prueba con carácter amateur que atrae a celebridades de muy diversos campos, astronautas, actores o cantantes, la profesionalidad de los fabricantes se va asentando en la carrera siendo cada vez más las marcas que empiezan a tener estructuras mucho más profesionales y derivan grandes cantidades de dinero para acometer la carrera.
Sin embargo las presiones de la FIA/FIM sobre la falta de seguridad de los pilotos hacía que el propio Thierry Sabine, organizador de la prueba, perdiera la ilusión por una carrera cuyo presupuesto cada vez era mayor y que para sufragarlo, el impacto tenía que ser sobre el coste de las inscripciones, cuya apuesta por los equipos amateur en favor de los equipos profesionales se veía cada vez más favorecida y el sueño de la aventura para muchos se hacía cada vez más cuesta arriba. Ese año, los pilotos pudieron disponer de una radio que los conectaba con la organización, pero el coche escoba solo tenía orden de recoger a los pilotos y estos no se sentían muy animados para abandonar sus monturas que, en muchas ocasiones, significaban los ahorros de su vida.
La repercusión que toma el rally en todo el mundo hace que los fabricantes de coches empiecen a pensar que puede ser un gran escaparate para vender sus modelos y empiezan a preparar prototipos de coches de calle para adecuarlos a las exigencias de la carrera más dura del mundo. Porsche ya ha perdido presencia en el mundo de los rallys, pero su éxito en otras disciplinas como en las carreras de resistencia hace que se plantee el participar en el rally y para ello recoge su modelo más emblemático y lo convierte en un precioso 953, que no deja de ser su gran 911 pero como diría Super ratón supervitaminado y mineralizado, bajo el patrocinio de otro de los míticos: la tabaquera Rothmans.
Y ciertamente era una combinación que no podía fallar, además, porque detrás del coche había una estructura de competición a la altura y unos pilotos que se encontraban en ese momento entre los mejores del mundo en esta disciplina, el belga Jacky Ickx y su navegante, el francés Claude Brasseur, y los también franceses René Metge y Dominique Lemoyne resultando este último el ganador del Rally y los alemanes Roland Kussmaul junto a Erich Lerner quienes participaban más como coche de asistencia que como participante real. Fue una victoria de Porsche inconmensurable, obteniendo el triunfo en 13 de las 21 etapas especiales, aunque quizás un poco empañada por el problema que tuvo el piloto belga en la octava etapa entre Agadez y Niamey, en la especial de Tahoua – Talchot en Niger, donde sufrió una salida de la carretera y perdió más de 3 horas. Lo que hizo que el resto del rally condujera a tumba abierta, pero solo pudo remontar hasta la sexta posición al final de la carrera.
Fiat quiso hacer acto de presencia en la mítica prueba del Dakar con el modesto Fiat Panda 4×4 y en esta edición dotó al equipo de un presupuesto razonable, más para terminar la prueba que para disputar alguna posición en la tabla y para ello contó con el patrocinio de las italianas Benetton y Barilla. El caso es que el equipo estaba bien organizado, contaba con tres coches Fiat Panda 4×4, el primero con el dorsal 206 pilotado por las francesas Mariane Hoepfner y Evelyne Dheliat, de color blanco, otro de color verde al volante de los también franceses Hervé De Labriffe y Claude Devoyon con el dorsal 207 y un último Fiat Panda 4×4 pilotado por los suizos Herbert Schuerg y Hans Uhlmann también de color blanco y con el dorsal 208 y un camión de asistencia de la marca Iveco (190.26 NW-4×4) con dorsal Nº 527, a los mandos de los franceses Léon Caron (piloto) y Martial Allard (copiloto), y por el alemán Joackim Schmidt (mecánico) además de dos vehículos más de apoyo.
Pero el París Dakar era mucho más duro de lo que a priori parecía y los pequeños coches del fabricante italiano no tuvieron ninguna oportunidad de llegar al Lago Rosa. Sobrepasados por la dureza de las etapas y debido al sobrecalentamiento de los motores, la poca potencia de los mismos y unos neumáticos lejos de las prestaciones que exige una prueba de este nivel, uno a uno los pequeños Panda 4×4 fueron abandonando quedándose el último en carrera el coche conducido por las francesas Hoepfner y Dheliat. El camión que también tuvo que abandonar pudo, fuera de carrera recogerlas en el desierto del Teneré y llevarlas por carreteras más transitables hasta Dakar, pero eso sí, también fuera de carrera.
Fuentes:
Dakar: 30 Años de Aventuras, vol 2: 1979-1989. Ed Silver 2009.
Dakar: Retrospective 1979-2007.
Revista online Automobilsport
Fiat Panda 4×4 París Dakar 1984 Hervé De Labriffe y Claude Devoyon Hobbyaescala.
A finales de 2009 Hobbyaescala lanzó al mercado sus versiones de los Fiat Panda 4×4 del Dakar de 1984 siendo el pilotado por los franceses Hervé De Labriffe y Claude Devoyon, motivo de esta entrada. Quizás han pasado ya diez años y estemos un poco lejos para hablar de este pequeño modelo, pero siendo sinceros, no podía resistirme más a mantener a este coche en mi vitrina mirando como pasan los años sin que nadie más pudiera disfrutar de él, aunque solo fuera en humildes fotografías.
¿Quién no se resistiría a poseer uno de estos pequeños que son una auténtica delicia para los aficionados al Dakar y a los coches modestos? Sobre todo cuando en mi juventud he tenido la suerte de llevar una versión española de su hermano italiano.
Siendo justos el coche no es que sea la panacea de la perfección, de hecho se le podrían achacar unas cuantas faltas, pero de lo que no cabe duda es que, para ser un coche fabricado en resina, el resultado global es muy satisfactorio.
Si hablamos de la presentación, sí que podemos afirmar que tanto la caja que lo guarda como el diorama que lo sostiene están muy bien cuidados y que hacen que el atractivo del coche sea aún mayor.
Una vez más, y como viene siendo habitual en los coches fabricados artesanalmente se trata de una serie limitada y numerada de 100 coches. En mi caso se trata del número 28, pero extrañamente viene marcado en la tarjeta el que corresponde al dorsal 206 de las francesas Hopfner y Dheliat, de color blanco, por lo que la tarjeta no sé si lo que me da es información correcta o… En cualquier caso, como lo que a mí me gusta es el coche, no me aporta valor ninguno si se trata de serie limitada, si es numerada, etc… Lo que sí me entristece es que una vez más tengamos que contar con la palabra del fabricante para creernos si realmente se han fabricado 100 unidades del coche o más o menos. Ay… lástima de notarios, tanto estudiar…
Pero a lo que me gusta. El coche es una pequeña delicia, tanto el pintado como la colocación de las calcas es bastante correcto, siendo quizás el primero más acertado. El barniz utilizado al final también es bastante satisfactorio, después de 10 años no ha necesitado de ningún tratamiento para verse realmente bonito.
Llamativos son los faros supletorios delanteros como la placa del rally sobre la matrícula sobre el frontal que le dan ese aspecto agresivo a la reproducción que es muy resultón.
La zaga también está muy conseguida, los colores utilizados en los faros son de gran calidad y le dan al Panda ese toque de realismo que en otros modelos no existe y mención merecen también los faros supletorios superiores que dejan buena mella en el que los mira.
La famosa y recurrente tabla de metal para liberarse de los atolladeros coronan la reproducción dejando a este Fiat Panda a muy buen nivel.
El interior del coche es correcto, los pilotos no están excesivamente detallados, pero no arruinan la reproducción siendo quizás los asientos donde reposan sus cuerpos sin pies la pieza más destacada.
El esfuerzo no ha sido tampoco un exceso en las llantas, pero tampoco desentonan del resto del coche aunque quizás se ven un poco raras en esos pasos de rueda.
Lo que sí es muy de agradecer, es que el fabricante se haya molestado en montar un chasis que permita poder disfrutar del coche en la pista. El chasis es una adaptación del fabricado por Cesar Labarga que tuvo su auge en 2007 y 2008 y es el encargado de mantener el coche en la pista con bastante solvencia, aunque en mi modelo habría que ajustarlo bastante, puesto que es un coche que tengo básicamente para la vitrina, aunque con este chasis montado en un Lancia Delta HF participé en un campeonato de España en Podium Slot ocupando una más que digna posición.
La última vuelta
Volviendo al pasado me he encontrado con este Fiat Panda 4×4 del París Dakar que me ha traído a la memoria muy buenos recuerdos y que por ello no he querido dejar pasar la oportunidad de escribir un poco sobre él. Nunca ganó raids y tampoco tuvo un papel muy destacable en el Dakar, pero creo que aún así es un coche que despierta las simpatías de muchos de nosotros y que Hobbyaescala ha sabido reproducir de manera notable por lo que hacerle un hueco en mi querido blog no me ha costado absolutamente nada.
0 comentarios