El próximo día 11 de Junio se cumplen 10 años del fallecimiento de Ove Andersson, piloto de rallys, manager general del Toyota Team Europe en la época más exitosa de la marca japonesa en el mundo del rally y padre deportivo del piloto más laureado del automovilismo español. Carlos Sainz.
No quería dejar pasar esta cita y por ello me he permitido el lujo de rendirle un pequeño homenaje aprovechando la oportunidad que me brinda el Renault Apline A110 1.6 con el que el piloto sueco se hizo con la victoria en el Rally de Montecarlo en la edición número 40 del mítico rally junto al británico David Stone. Siendo además el coche con el que más triunfos cosechó y que de haber existido en ese año un campeonato de pilotos le hubiera subido al puesto más alto del cajón.
El bravo piloto sueco nace en 1938 en la localidad de Upssala y pasa su infancia en la granja de sus padres. Su afición a la velocidad y a la automoción le viene de su padre, quien era poseedor de una moto que le permitía montar y con la que empezaba a demostrar sus notables cualidades. Cansado de la escuela, tras varios empleos, entra a trabajar en un taller donde el propietario descubre sus habilidades con las motos y le recomienda participar en las carreras.
Años después, ya en 1958 se moviliza para hacer el servicio militar y decide reengancharse para ir a trabajar para la Fuerza de la Paz de la ONU en la franja de Gaza donde es víctima del tifus y sobrevive a un incendio en el hospital donde se está recuperando de las fiebres. Ya en 1959 regresa a Suecia y se encuentra en una situación económica precaria. Dedica su tiempo a reparar y preparar algunos Saab y le convencen para apuntarse a la carrera Roslagsvalsen donde alcanza un sexto puesto y recibe todas las miradas de los equipos locales de Rally.
Pero no es hasta 1963 cuando obtiene la primera oportunidad de correr en un coche competitivo. En sus manos queda un Mini Cooper S con el que consigue un quinto puesto junto a su copiloto Gunnar Wiman en el rally de Suecia a poco más de un minuto de los vencedores, los también suecos Berndt Jansson y Eric Pettersson al volante de un Porsche 356 Carrera. Esto hace que en 1964 ficha por Saab en la que seria su primera temporada como piloto titular, pero al año siguiente la presencia en el equipo de Erik Carlsson, de quien Ove pensaba que disponía siempre del mejor material le lleva a fichar la temporada siguiente por Lancia donde dos terceros, en Monte Carlo y en Rally del Fiori con un Flavia Coupé y un cuarto en el Acrópolis con un Fulvia HF le consolidan en el equipo. En 1967 llega su primera victoria en el Rally de Suecia al volante de un Lotus Cortina, pero sigue corriendo para Lancia en el resto de rallys y consigue una nueva victoria en el rally de España.
Aunque la temporada del 68 comienza corriendo para Lancia en el Montecarlo, enseguida se hace efectivo su fichaje por Ford, pero no es hasta 1969 cuando consigue la primera victoria con el equipo del óvalo, concretamente en el rally de Gales, por delante de la legión de pilotos de las islas británicas. En 1970 entra en contacto con los franceses de Alpine y al año siguiente corre para ellos realizando la temporada más brillante de su carrera deportiva. “Paven” (papá), a la victoria ya comentada del Montecarlo en el 71 le acompañaron sendas victorias en San Remo, Austria y Grecia, siempre de la mano de un Alpine A110. Victorias que no regresan hasta 1975, cuando al volante de un Peugeot 504 logra el triunfo en el siempre complicado Rally Safari.
En 1972 entra en contacto con el equipo Toyota para conducir uno de sus coches. Viaja a Japón y sorprende a los directivos de la marca la capacidad de gestión que tiene el piloto sueco y toman muy buena nota del asunto. Tras fundar Andersson Motosports en Suecia acuerda con Toyota llevarse la empresa a Bruselas y convertirla en Toyota Europa, donde comienza una relación de éxitos con la marca japonesa. Su primera victoria en el campeonato de rallys como manager del equipo se produce en ese mismo 1975 en el Campeonato del Mundo de la mano de Hannu Mikkola en un Corolla levin en el Rally de los Mil Lagos.
En 1979 por temas económicos, vuelve a trasladar la sede, esta vez a Colonia y es allí donde funda Toyota Motorsport GmbH y consolida al equipo y comienza a conseguir algunas victorias en el campeonato, pero no es hasta 10 años después cuando le llega el éxito. Andersson se rodeó de los mejores pilotos de la época, como Kankkunen, Ericsson o Sainz lo que le permitió conseguir cuatro títulos mundiales de pilotos, Sainz en 1990 y 1992, Kankkunen en el 1993 y Oriol en 1994 y tres para la marca japonesa en el 1993, 1994 y 1999.
El punto negro a la impecable historia de Ove Andersson se dio lugar durante el mundial de 1995. En el Rally de Cataluña se descubrió que los Toyota Celica GT-Four montaban unos Turbos ilegales y fueron descalificados y condenados por la FIA a no poder participar en el mundial durante 12 meses. Ove Andersson salió inocente de la quema aduciendo que desconocía el hecho y que su culpabilidad era la de haberle dado al director técnico demasiada independencia, aunque Toyota admitió que dichos turbos eran ilegales y acató la sentencia.
En 1998 Toyota, de la mano de Ove Anderson quiso realizar el asalto a las 24 horas de Le Mans pero a pesar del desembolso económico no fue capaz de superar a los Porsche y terminaron en unos discretos noveno, vigesimocuarto y trigesimosegundo puesto. En la edición de año siguiente consiguieron subir al segundo cajón del podio, detrás del BMW V12 LMR de Joachim Winkelhock, Pierluigi Martini y Yannick Dalmas. Una vez abandonado el proyecto Le Mans el salto fue a la Fórmula 1 en 2002. Ove Andersson abandonó Toyota en 2003.
Ove Andersson dedicó más de 30 años al automovilismo y perdió la vida haciendo lo que más le gustaba, pilotar un coche de Rally. Su muerte se produjo al chocar de frente contra un minibús en la disputa de un rally de históricos en Sudáfrica, concretamente el Continental Milligan Vintage Trial al volante de un Volvo 444 a los 70 años de edad. Tubby Bennett, haciendo las veces de copiloto resultó herido, pero superó el trance.
Alpine A110 1.6 Scalextric
Para su serie de clásicos, allá por 2007, Scalextric lanzaba un modelo del gusto de muchos de los aficionados al rally y con el que además saldaba una deuda con la historia de dicha competición. El Alpine A110 fue el auténtico dominador del panorama del Rally a principios de los 70 hasta que en 1974 Lancia fabrica el primer coche expresamente fabricado para la competición. El Lancia Stratos.
La marca catalana tiene en su ADN el gen de ser capaz de fabricar algunos modelos que lucen con gran esplendor y otros en los que se vuelca un ímprobo esfuerzo para mimetizarlos con una patata. Tenemos la suerte de que este Alpine A110 figure dentro de los que corresponden al primer grupo.
No deja de ser cierto que se le puede encontrar algunos fallos, pero no ensucian el aspecto en general del coche, que supera con creces las expectativas que cualquiera de nosotros pudiéramos esperar a priori, cuando fue anunciado el proyecto. Y son los detalles los que hacen de este Alpine A110 un modelo único entre los que Scalextric ha fabricado hasta la fecha. Los marcos cromados, limpias, tiradores, espejo, tomas de aire e incluso las bisagras en el capó y maletero convierten la reproducción en un exquisito baile de virtudes. Pero si cabe destacar algo en este modelo por encima de otros muchos es la pintura y la tampografía. Pocos modelos de Scalextric tienen un acabado tan bien realizado como el de este Alpine.
Los faros delanteros carecen del cerco superior negro que su hermano mayor lucía con orgullo, lo que enrarece un poco el frontal, pero por lo demás el morro es una delicia. Los faros supletorios, las gomas en los topes del parachoques, e incluso los intermitentes. Todo está excelentemente cuidado. Es especialmente agradable detenerse a contemplar las bien terminadas letras que conforman el logo de Alpine destacándose sobre el frontal
Y si por delante el coche luce, este Alpine A110 mantiene un alto nivel de acabados en la zaga. Los cercos cromados en los faros o el parachoques remarcan una vez más el buen hacer de la marca española en los detalles. Lástima de este último elemento, el cual, a pesar de su calidad, no corresponde con los semiparachoques que lucían en el modelo con el que Ove Andersson triunfó en el rally de Montecarlo de 1971. El mismo error se revela en la disposición del escape, el modelo real permite ver desde el exterior una parte del mismo mucho mayor debido a su disposición transversal y la reproducción de Scalextric lo integra como parte del chasis en una posición más tradicional, aunque es un error más comprensible debido a la dificultad de integrar dicho elemento fuera del chasis y conseguir su ensamblaje con la carrocería. En ningún caso entiendo que esta decisión desmerezca la brillantez con la que Scalextric ha realizado la reproducción.
Sin dejar en mal lugar a la reproducción, las llantas, quizás, sean el único punto que no rinda al mismo nivel que resto del coche, pero aún así ofrecen un diseño muy fino y un buen intento de darles personalidad a través del tampografiado.
Como es habitual en la marca, el interior es lo más triste en este Alpine A110, a pesar de destacar los colores con los que el piloto y copiloto están decorados y la presencia de las barras antivuelco, el interior adolece de una gran falta de decoración lo que contrasta con el resto del trabajo en el coche y desmerece la reproducción. En ciertas cosas da la sensación de que Scalextric no quiere trabajar.
Guía pivotante típica de la marca que transmite la electricidad a través de las pletinas, y un motor RX41 de la serie B que se ancla al chasis libre de rejillas actúa sobre eje trasero con soltura. El Alpine A110 es muy divertido de conducir y no hay que hacerle apenas nada para poder disfrutarlo en la pista. Verle culear en las curvas es una auténtica delicia. Aflojar los tornillos, adelgazar la pala de la guía, trencillas más blandas en posición simple, neumáticos delanteros sin apenas perfil y sin nada de grip, rodaje del motor y adaptación de la corona al piñón con calor son suficientes para que el coche mejore mucho, aunque lejos de las posibilidades que ofrece el mismo modelo del fabricante Team Slot cuyas prestaciones son superiores si se trabajan bien.
La última vuelta
Ove Anderson es una de esas personas que han llevado el mundo del rally en las venas y han sabido darle el esplendor que merece, primero como piloto y después como directivo. 10 años se cumplen desde que nos dejó, pero no será olvidado por los que conocemos y disfrutamos de este deporte. Un año antes de la desaparición del bravo piloto sueco, Scalextric lanzó al mercado la reproducción del Alpine A110 con el que fue catapultado al olimpo de los pilotos y lo ha hecho con gran brillantez. Ambos son justos vencedores de esta, mi pequeña Última Vuelta
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