Al igual que ocurre con los coches del extinto fabricante exin, los coches del español Diego Ripoll respiran del mismo aroma romántico y es que si existe un referente en la fabricación de coches de Fórmula 1 clásicos ese es sin duda Cartrix, quien ha sabido ofrecer un sello de calidad, tanto en la reproducción de los coches como en su presentación, que le hace estar muy por delante de otras marcas.
¿Quién no suspira al observar una de las reproducciones de estos coches? Tal vez sea por la reproducción del modelo en sí o por los detalles que los conforman o por esas llantas que suspiran asfalto por sus cuatro costados o por la historia viva de pilotos y fabricantes que representan…, el caso es que no se puede permanecer impasible ante la belleza de estas pequeñas máquinas.
Y es que estos coches están llenos de la historia que ha forjado el automovilismo. Quizás no se pueda comprender bien la fabricación de estos coches sin conocer la historia que les rodeó. Si Frank Kurtis hubiera visto esta reproducción del coche que compitió en las 500 millas de Indianápolis al volante de Johnnie Parsons, de seguro que una sonrisa llena de nostalgia y recuerdos se le hubiera dibujado en su rostro.
Y es que seguro que el joven, nacido en enero de 1908, hijo de un herrero en la localidad de Crested Butte,en Colorado, jamás se imagino que casi 100 años después una de sus creaciones sería objeto de culto de los aficionados al automovilismo de salón.
Pocos años después su familia emigró a Los Angeles donde tuvo que mentir sobre su edad para encontrar trabajo con Don Lee Cadillac.
Sus trabajos comenzaron detrás de su casa, donde disponía de un garaje para poder dedicar tiempo a construir y reparar coches de carreras. Es en esta década de los 30 cuando funda la Kurtis Kraft, dedicada al diseño y fabricación de midget cars y monoplazas de competición
Pero son los midget cars su rampa de lanzamiento para ya a finales de los 40 poder competir con garantías en carreras más importantes como la Fórmula 1 o en las 500 millas de Indianápolis.
Los coches de la Kurtis Kraft se caracterizaban por ser coches muy potentes con un manejo soberbio En 1941 diseña su primer coche de carreras que fue inscrito en la la Indy Race pilotado por Sam Hanks. En 1946 se produce su primera participación en las 500 millas de Indianápolis después de la segunda guerra mundial, donde incluye el casi inseparable ya motor Offenhauser. Dos años después vuelve a la carrera ocupando una muy buena novena posición.
Pero es en 1949 donde se empieza a escribir su historia en las 500 millas. Bajo el patrocinio de la Wynns Oil Special y con Johnnie Parsons como piloto elegido, consigue situar a uno de sus coches en segunda posición por detrás del también americano Bill Holland a tan solo 4 segundos del ganador. Al año siguiente la carrera se corría con los mismos protagonistas en liza, pero esta vez el Kurtis Kraft de Parsons supera al Deidt de Holland, convirtiéndose en el ganador de la edición de 1950.
Kurtis Kraft sigue realizando diseños de chasis a lo largo de la primera mitad de los 50, situando sus coches con motor Offenhauser, bajo diferentes equipos, en las primeras posiciones de la carrera, ocupando el peldaño más alto del cajón en 1951 1953, 1954 y 1955.
Un año más tarde Frank Kurtis abandona la Kurtis Kraft y funda la Frank Kurtis Company que se dedicó principalmente al diseño de aviones.
Lo que más me gusta de todo esto es que a partir de ahora podré mirar con otros ojos a este Kurtis Offenhauser KK 3000 de 1950, un coche tan lleno de historia como de detalles, y es que los tiene…
La tampografía, aún estando formada por elementos bastante simples es, sin duda, uno de los elementos fuertes de la reproducción, encajando perfectamente tanto en las zonas curvas como en las más anguladas del molde con una claridad meridiana.
Otro de los elementos a destacar de este Kurtis son los cromados, tanto, el escape, tapón de gasolina, parrilla delantera, etc están realizados con suma precisión y revelan la brillantez de la reproducción.
El interior está exquisitamente detallado, tal vez las llantas estén al mismo nivel, y es que, el coche, se coja por donde se coja es una auténtica delicia.
La última vuelta
Cartrix es de esos fabricantes que despierta simpatía entre los aficionados, magníficas reproducciones, con un comportamiento dinámico mucho más que digno a precios bastante ajustados son sus cartas para participar en este difícil mundo del slot.
Son muchos los clubes que ofrecen campeonatos de clásicos de F1 de Cartrix entre su oferta y la verdad, aquellos que hemos corrido alguna carrera con ellos hemos disfrutado bastante al conducirlos. Además, la aparición de uno o dos nuevos modelos anuales permiten que su colección esté dentro de las posibilidades de casi cualquier aficionado, por lo que estar satisfecho con la oferta del fabricante es bastante factible.
Así, con todo, este Kurtis-Offenhauser KK 3000 llega lider a la última vuelta y vuelve a revivir su victoria de allá en Indianápolis de 1950. Un gran coche, sin duda
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