35 años han pasado desde que el francés , fallecido en un accidente de helicóptero, Thierry Sabine, fundara la carrera de aventura más famosa del mundo, el París-Dakar. Fue el 26 de diciembre de 1978 cuando un total de 170 participantes partieron desde la plaza de Trocadero de París, para terminar en el Lago Rosa de Dakar, el 14 de enero de 1979. Más de 10.000 km en 16 días atravesando los duros paisajes de Francia, Argelia, Níger, Malí, Alto Volta y Senegal. Tan solo fueron 74 elegidos quienes pudieron disfrutar de las playas en la línea de meta de Dakar
La aventura congregó a todo tipo de pilotos y máquinas bajo una sola competición en los que se mezclaban motos, coches y camiones y todos contaban para la clasificación final. Desde la BMW R65 de Phillippe Jambert completamente de serie, mochilas en ristre, hasta el Renault KZ11 de Philippe Hayat, Jean Pierre Domblides y Daniel Nolan, réplica del que condujo el Comandante Etienne en 1927 en su viaje desde Oran a Ciudad del Cabo, pasando por las más que desarrolladas Yamaha XT500, como la del ganador Cyril Neveu, que a sus 22 años hizo historia.
Para orientarse, los corredores solo disponían de una brújula y un mapa, ya que a los GPS todavía les faltaban casi 13 años para nacer. Los participantes se perdían muy a menudo, lo que hacía de la prueba, además de una competición muy dura, una gran aventura. De hecho ese era el alma de la competición, no la clasificación final, si no el espíritu de superación de uno mismo. Llegar al Lago Rosa era el sueño de la mayoría de los participantes.
Claude Morreau y Bernard Morreau, más conocidos como los hermanos Morreau Participaron en la primera edición del París Dakar a bordo de un Renault 4 Sinpar, un coche que a priori no parecía contar para luchar por el triunfo final, pero su ligereza unida a la potencia de su motor hizo que ocupara la 5ª posición en la clasificación final, 2º en coches, tan solo por detrás del Range Rover de los franceses Alain Genestier y Joseph Terbiaut.
Renault 4 Dakar 1979 Dakar Scalextric.
Un espejismo.
Estupenda tampografía.
Imagino que aquellos que me leéis estáis esperando que diga algo más sobre el coche, pero es que estoy en un mar de dudas. Tengo que comentar un coche: el R4 del Dakar del 79 y por más que miro el coche cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Y es que este Renault 4 puede ser cualquier cosa menos un coche que haya hecho la gran aventura. Ni la defensa delantera ni el escape sobre el techo, como puntos más contundentes. SI lo comparáis con el modelo de rally que también comercializó Scalextric, no sabes muy bien cuál es cuál.
Independientemente de que el coche esté bien terminado, que lo está, que la tampografía es excelente, raro en un SCX, pero lo es, que la pintura mate, sobre el capó es una delicia, que la del resto del coche también lo es, o que incluso los acabados son más que notables, que lo son, no tiene perdón de Dios que ni siquiera hayan trabajado la principales diferencias que convertían este coche en un coche de raid.
Después del (por ser finos) el sin sabor que ha sido el 2CV, Scalextric parecía haber aprendido algo con el R4, pero, al parecer no ha sido suficiente. Vuelve otra vez a los vicios de inventarse los coches para repulsa de todos aquellos clientes que exigimos un mínimo, (que no me voy a ningún extremo), de fidelidad al coche original.
Una vez asumido que el coche está en las antípodas de lo que quiere representar, cabe destacar lo bien terminado que está en la mayoría de sus frentes. Tanto el frontal, como la zaga son dignos de ver, exaltando la maestría que tiene el fabricante catalán en la realización de los faros, los cuales en la mayoría de las ocasiones tienen unos acabados envidiables.
El interior es bastante espartano, pero está correctamente terminado, Scalextric nos ha acostumbrados a ver a Frankenstein y a su primo pilotar y copilotar (tanto monta, monta tanto…) en cualquiera de sus reproducciones.
Si miramos hacia los zapatos del coche podemos ver que las llantas, aunque correctamente terminadas no lucen como debieran, y nos dejan con un insulso sabor de boca.
No así ocurre con las ventanas, de las que destacan las traseras, las cuales tienen troqueladas las bisagras y el cierre.
Como ya he comentado, tampografía, es quizás lo mejor en este coche, aunque si acercamos la cámara demasiado podemos ver algunos desperfectos que, a simple vista pasan inadvertidos y que no desmerecen en ninguna medida el buen trabajo realizado, esta vez sí, por Fábrica de juguetes
Lo que sí es cierto, que 24,90 euros por este coche es un precio más que razonable y hay que dar la enhorabuena a quien lo haya decidido así. Facilita la entrada a mucha gente que ve en los más de 60 eurazos que cuestan otros una barrera para poder disfrutar, jugar, coleccionar estos pedacitos de historia del automovilismo.
Ultima vuelta
Una verdadera lástima. Fábrica de juguetes ha perdido la oportunidad de crear un coche, gusto de los aficionados a los clásicos y sobre todo, a los aficionados al Dakar. Y no es porque no sepan hacer las cosas, las pruebas están en que este coche posee las virtudes que debe tener una reproducción, pero adolece de lo principal, reproducir el coche que pretende. Y esto señores, es un peso muy pesado para los aficionados.
No se trata de reproducir por reproducir. Cuando se pone cariño en la reproducción se nota, y si faltan partes como el escape o la defensa, denota que han reproducido este coche si respetar ni a la reproducción ni al aficionado.
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