Joaquim Santos y Miguel Oliveira fueron protagonistas en el Rally de Portugal de 1986 y no por los motivos por los que todos hubiéramos querido, si no porque su Ford RS 200 sufrió un accidente que dejó la friolera de 3 fallecidos y más de treinta heridos.
Algo que nos parece hoy inconcebible era algo habitual en los rallyes de los años 80, había pruebas donde la afluencia de público para ver las míticas máquinas del grupo B era una barbaridad. Portugal era un país donde, en esos tiempos, el rally reunía el máximo número de espectadores en un evento. Y los organizadores de las pruebas se veían superados por falta de profesionalidad, por falta de presupuesto o, siendo sinceros, porque la seguridad tanto de los espectadores como la de los actores brillaba más bien por su ausencia.
El accidente del Ford RS 200 en el rally de Portugal de 1986 al poco de comenzar la prueba fue una gran llamada de atención de lo que estaba ocurriendo en esos años en los Rallyes. La evolución de los grupo B, de los que se ha hablado largo y tendido y la poca inversión de los organizadores de las pruebas en materia de seguridad era evidente, pero también había un responsable máximo, la FISA de Jean-Marie Balestre quien tampoco ponía los medios adecuados o suficientes para garantizar que los desarrollos de los coches y de las pruebas se hicieran de una manera mucho más coherente y segura. Es más, Balestre, no solo no detuvo el rally después del infortunio, sino que felicitó a los equipos privados por continuar el rally y envió un telegrama a los organizadores para confirmar la inclusión del Rally de Portugal en 1987.
Cuando se produce el accidente y se conoce lo que ha pasado, los pilotos de los equipos oficiales deciden que no quieren pilotar más. Su vida y la de la gente está en peligro. De hecho, se reunieron en Estoril y se pusieron de acuerdo para enviar un comunicado oficial que en varios puntos describían los motivos por los que habían decidido abandonar el rally: Como muestra de respeto por las familias de los fallecidos y los heridos. Por no poder garantizar la seguridad de los espectadores. Que el accidente fue consecuencia de evitar el atropello a varios espectadores y no por el tipo de automóvil o la velocidad y concluían con el deseo de que la decisión tomada fuera beneficiosa para el mundo de los rallyes. Los firmantes fueron pilotos participantes en 39 de los 140 coches inscritos, entre los que estaban los de todos los equipos oficiales, incluidos los de Volkswagen y los de los Visa Chronos de la Citroën Challenge. Entre todos esos nombres figuraban los de Salonen, Alen, Rohrl, Blomqvist, Biasion, Pond, Kankkunen, Toivonen, Grundel, Wilson, Santos, Duez, Eriksson y Wittmann.
Sin embargo y como suele ocurrir, entre los equipos existían opiniones diversas. Peter Ashcroft era el jefe en Ford y fue el primero, lógicamente, en decidir abandonar apoyando la decisión de sus pilotos. John Davenport, jefe de Austin, no quería abandonar pero también apoyó la decisión de sus pilotos de hacerlo. Cesare Fiorio, de Lancia se oponía al abandono con vehemencia y se alineaba con la idea de la organización de que la suspensión de los tramos de la mañana era más que suficiente para continuar el rally, pero al final dio su brazo a torcer.
Capítulo aparte merece el personaje, actual presidente de la FIA, Jean Todt (manda hue…), entonces jefe de Peugeot, quien con bastante vehemencia defendía la postura de no abandonar el rally mientras se permitía el lujo de definir a los portugueses como “africanos de piel blanca” (prefiero no decir qué es lo que pienso de tal afirmación, pero es que este es uno de esos tipejos que piensan que Europa empieza en los Pirineos). Al personaje este, después, no le quedó más remedio que dejar la decisión en manos de sus pilotos, quienes decidieron abandonar el rally, pese a que la FISA de Jean-Marie Balestre, (otro que tal baila) que pasó de acusarles de dar al deporte una mala imagen a la amenaza de retirar la licencia a todos los pilotos que abandonaran el rally.
Y es que antes de empezar el rally ya había habido advertencias por parte de algunos pilotos de la peligrosidad de la prueba. Markku Alén, piloto de Lancia, había aparecido en los medios días antes del inicio de la carrera instando a los espectadores a permanecer fuera de la carretera. A Walter Rohrl, años más tarde le preguntaron acerca de los aficionados portugueses durante la vida del grupo B y dijo que para poder pilotar entre ellos tenían que “pensar que eran como árboles”. Para Vatanen, en rallyes como el de Italia era difícil controlar a los espectadores, pero en Portugal era imposible. “Recuerdo ir en el coche en los tramos de Sintra agitando el puño hacia estos locos en la carretera. Conduces por este corredor humano. Fue un accidente a punto de suceder”. A todo esto había que añadir la irresponsabilidad de algunos de los espectadores que se retaban a tocar los coches cuando pasaban a su lado. Juha Kankkunen confirmó en una entrevista que encontraron dos dedos en las tomas de aire laterales de su Peugeot 205 T16.
Más aún, antes del accidente ya había habido un aviso por parte de Timo Salonen, que al poco de iniciar la prueba, a la salida de una curva, se había topado con un cámara, que por no tener sitio para ubicar la máquina en la cuneta se había adentrado en el asfalto para posicionarla. La trasera del Peugeot 205 T16 del piloto finlandés chocó con el cámara rompiéndole algunos huesos y perdiendo la carrocería trasera de su coche, aunque pudo llegar al final del tramo. Los pilotos, entrando en cólera, reclamaron a la organización la falta de control sobre los espectadores. En ese mismo momento Joaquim Santos y Miguel Oliveira ponían en escena su Ford RS 200. Por supuesto, no se hizo nada al respecto.
Posteriormente, lo que todos conocemos: al poco de empezar el Rally, en Sintra, y en propias palabras de Miguel Oliveira esto fue lo que ocurrió: «Era la parte más rápida del tramo, llegas a una recta y luego tienes una curva a la derecha que es muy, muy rápida. Casi no hay curva. Vas en quinta velocidad, a tope. Cuando entrenábamos Joaquim ponía el coche a 200 km/h en ese momento. Después de eso, disminuías la velocidad para tomar una curva a la izquierda (…) La carretera estaba completamente llena. Había gente y gente y gente. Cuando Joaquim salió de la curva a derechas, un tipo se metió en el asfalto, por lo que tuvo que hacer una corrección y cuando trató de enderezar, la parte trasera del coche se fue. Lo perdió…”
Después ocurrió el caos, tres personas murieron instantáneamente, incluidos una madre y su hijo de 11 años y más tarde en el hospital un cuarto a causa de las heridas, más de 30 personas sufrieron heridas de diferente gravedad. En fin, todo un infierno. Mark Duez venía detrás de Santos en su MG Metro 6R4, sin detenerse (lo habitual, es una carrera), prosiguió y al llegar al final del tramo avisó a la organización del accidente. Lo sorprendente es que después de que el belga diera el aviso, varios coches continuaron tomando la salida, se dice que hasta 11 lo hicieron y que fueron los propios pilotos al llegar al final del tramo quienes instaron a la organización a parar la prueba y enviar la ambulancia allí. Aunque de esto hay varias versiones.
La conclusión es que, sin dejar de ser cierto que los espectadores en el rally de Portugal eran bastante irresponsables y era una auténtica locura cómo se comportaban durante la prueba, no es menos cierto que la organización del rally era tan lamentable como el comportamiento de los espectadores, no destinaba ni un Escudo (por entonces, la moneda portuguesa) a mantener fuera de las carreteras a los aficionados y que por supuesto, la FISA de Jean-Marie Balestre, conociendo el riesgo que todos los años existía en el rally mantenía el evento contra todo y contra todos. El final de la historia es que la organización canceló 6 tramos, que el rally continuó desde la décima especial y que Joaquim Moutinho y Edgar Fortes consiguieron la victoria en el Rally de Portugal de 1986 en un Renault 5 Turbo Tour de Corse. El evento regresó al año siguiente, poco más concienciado y con algo más de control en algunos tramos, pero sin alardes.
Ford RS200 Rally de Portugal MSC
Hace algunos años la ya extinta MSC (ahora Scaleauto) lanzó al mercado un nuevo Ford RS 200 vestido con la misma librea del que participó en el Rally de Portugal de 1986 pilotado por los portugueses Joaquim Santos y Miguel Oliveira. La decoración elegida, para mí, es una de las más llamativas que ha llevado este Ford RS 200 y que creo le viene como anillo al dedo.
El molde de MSC no se llevará el premio a la fidelidad, la verdad, el coche se ve algo ensanchado y algo chato desde arriba. En comparación con los modelos de Scalextric o Superslot, cuando lo miras, parpadeas un buen número de veces. Eso sí, aporta otras cosas que también son importantes.
A nivel de detalle, no se puede negar que este Ford RS200 fue a la universidad, la pintura es perfecta y el blanco se conserva asombrosamente blanco a pesar de la edad, sin embargo alguna calca sí que viste algo de gasa, especialmente en los dorsales laterales.
El frontal, amén de las cotas invita a asomarse, quizás, si hubiera dependido de mí, le habría añadido unos buenos párpados a esos faros y habría hecho algo para modificarles las incómodas “pupilas”. La parrilla de la calandra se presenta con timidez, así que no está para hacer barbacoas.
La zaga sí pide protagonismo en la foto, incluso los cierres se asoman con viveza, aunque un poco de carmín los habría alegrado bastante, las salidas de aire invitan a mirarlas, y a los faros, pintados, se les puede echar los tejos.
Las llantas, aun siendo blancas, no tienen el aspecto “de plástico” que otros fabricantes con mucho relumbrón montan en sus modelos. Además son fieles a sus mayores, aunque en todas las fotos que he visto, tengo la sensación de que las reales tenían un aire más argento, pero es posible que me equivoque.
El interior no lleva papel pintado, aunque el motor simulado ejerce de protagonista, y no lo hace mal, le falta para ser Concha Velasco, pero se le puede echar un baile. De agradecer sí es que Santos y Oliveira no parezcan hechos por Jim Henson y se presenten con una más que suficiente decoración. Son un detalle más que mejora la reproducción.
Tanto las tomas de aire laterales como las superiores deberían ser uno de los puntos fuertes que muestra este Ford RS 200, pero a la toma superior central parece que no le llegó la subvención. De agradecer es el detalle de los marcos de las ventanas y de los tiradores de las puertas que si son un buen rímel para el coche.
Aparentemente el punto más fuerte del coche corresponde a los bajos. Tanto la suela como las tripas de este Ford RS 200 están pensados para ir directamente al turrón y disfrutar de la velocidad. Desde que MSC puso en el mercado el modelo Ford RS 200 en diferentes versiones, su chasis y demás componentes han ido evolucionando, sin embargo, los aficionados siempre le han hecho bulling, prefiriendo más jugar con el Subaru Impreza que con nuestro protagonista. Las fotos por debajo de la falda del coche que muestro corresponden a los Ford RS 200 de Carlos Sainz del campeonato de Rallyes de tierra de 1988 con mecánica MSC 100% y el de una de las últimas referencias de Scaleauto del modelo, que corresponde al que condujo Jesús Puras del campeonato de Rallyes de tierra de 1989 con chasis modelo R. No tengo mucha confianza en la reproducción que yo compré de este Ford RS 200 del Rally de Portugal de 1986 años después de su nacimiento. Me dicen que es nuevo (qué me van a decir), que es pavo, pero tengo la sensación de que es gallina vieja bien conservada a la que le han cambiado el relleno.
La última vuelta.
El final del grupo B y el Ford RS 200 tristemente siempre irán unidos de la mano al hablar de la historia negra del automovilismo, pero creo que es bueno, de vez en cuando, recordar que el fatal accidente no fue culpa de un coche, de un piloto o de una marca, sino más precisamente de una más que laxa FISA, una más que lamentable organización de un rally y una peor que lamentable conducta de unos aficionados. Pero la culpa de los últimos no exonera a la de los anteriores. Realizar un pequeño homenaje a este precioso Ford RS 200 me hacía mucha ilusión y no he podido dejar de hacerla.
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